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Reforma del ISSSTE, drástica y no lleva a nada bueno: delegada
Los grupos criminales han cruzado la última frontera del horror. En Chihuahua, los cárteles han abandonado cualquier vestigio de código o restricción moral, y han convertido a los niños en objetivos de su barbarie. Antes, en un oscuro pacto de la violencia, existían líneas que no se cruzaban: los menores, las mujeres y la población civil estaban fuera de su guerra. Hoy, esa línea se ha roto y el crimen organizado ha mostrado un nuevo umbral de violencia: una maquinaria de terror que no distingue entre combatientes y civiles, entre adultos y niños.
Desde el Congreso del Estado de Chihuahua hemos emprendido una lucha para que estos actos infames no queden impunes. Por ello, impulsamos la iniciativa para que los ataques contra menores de edad por parte del crimen organizado sean considerados crímenes de guerra. En México, lo que enfrentamos es una guerra de exterminio contra nuestra gente, donde los cárteles han dejado de lado cualquier freno, cualquier código, cualquier respeto por la vida.
Las armas del crimen organizado son cada vez más sofisticadas y más letales. El uso de drones armados para lanzar explosivos contra comunidades indefensas, los coches bomba, la instalación de minas antipersonales en caminos rurales, en calles de la ciudad, son tácticas propias de ejércitos sin escrúpulos, no de grupos criminales comunes. Estas no son simples bandas de narcotraficantes, son grupos terroristas que deben ser perseguidos y castigados como tales. No podemos permitir que la violencia alcance niveles de devastación donde ninguna familia esté a salvo, donde los niños no puedan jugar en las calles sin miedo a morir por la explosión de una mina colocada por criminales desalmados.
El primer deber del Estado es proteger la vida de sus ciudadanos. Es por ello que reiteramos nuestra exigencia para que el régimen centralista que hoy nos gobierna, el régimen que se niega a ver al norte, reconozca a los cárteles de la droga como lo que son: organizaciones terroristas. No hacerlo es ser cómplice de su brutalidad.
Desde el Congreso del Estado de Chihuahua seguiremos impulsando esta lucha, porque no podemos permitir que los niños sean las víctimas de una guerra que ellos no eligieron. La historia nos juzgará si nos quedamos de brazos cruzados. Es momento de actuar con determinación y sin miedo.
Como el primer servidor de los chihuahuenses, les digo: no descansaremos hasta erradicar esta plaga que amenaza con destruir nuestro futuro. La guerra contra la infancia es una guerra contra la humanidad misma. No nos rendiremos.