
Vamos a seguir dando la pelea a Morena: Daniela Álvarez
En días recientes se celebró una edición más de Diálogos GlobalEthik, una organización que desde 1998 se ha consolidado como foro de pensamiento crítico en torno a los desafíos éticos globales que se han desencadenado las últimas décadas.
En esta ocasión, en una intervención del especialista Víctor Daniel Ávila, que se trasmitió en los canales oficiales, se ofreció una reflexión profunda y necesaria sobre el papel que jugamos los seres humanos en los equilibrios ecológicos del planeta. Quiero partir de la premisa que no fue una simple disertación teórica, sino una interpelación: ¿qué estamos haciendo realmente para conservar los equilibrios ecosistémicos que permiten la vida?.
Ávila planteó con claridad que la conservación de los sistemas ecológicos no es simplemente una cuestión técnica o de buena voluntad, sino una lucha ética y política, donde debemos participar todas y todos.
Esta lucha implica confrontar estructuras de poder económico y político, incluso cuando no son socialmente responsables.
Y es que detrás de la destrucción ambiental no hay únicamente ignorancia o descuido; hay intereses establecidos que convierten a la naturaleza en objeto de explotación sin considerar su valor ni su papel insustituible en la continuidad de la vida y la biodiversidad.En este contexto, el ponente hizo énfasis en la urgencia de una transformación institucional definitiva.
Las instituciones actuales, en muchos casos, han sido diseñadas para perpetuar dinámicas de acumulación y extractivismo.
Frente a ello, Ávila propuso modelos institucionales éticamente fundados, donde la acción social no sea un gesto simbólico, sino una herramienta de cambio de paradigmas. Este enfoque reconoce tanto el potencial como los límites del ser humano en su relación con la naturaleza.
Propuso además que toda acción humana hacia su entorno esté mediada por una ética del cuidado, del respeto y de la responsabilidad intergeneracional.
Uno de los aportes más relevantes de su intervención fue la articulación entre ética ecológica y conciencia institucional.
No basta con que individuos aislados desarrollen una conciencia ambiental; es necesario que esta se traduzca en normativas, prácticas y estructuras que reorienten nuestra forma de habitar el mundo.
Las instituciones —gubernamentales, académicas, sociales— deben asumir un rol activo en esta reconfiguración, incorporando una visión que supere el paradigma antropocéntrico y reconozca la libertad de todas las formas de vida.
La reflexión que nos deja esta edición de Diálogos GlobalEthik no tiene desperdicio. Nos invita a pensar en la crisis ecológica no como un accidente del desarrollo, sino como un síntoma de una ética rota.
Revertir este daño requiere más que ajustes cosméticos: exige un cambio de raíz en la manera en que entendemos nuestro lugar en la Tierra.
Implica actuar colectivamente, desde una conciencia crítica, para construir una convivencia sostenible que no sólo sea viable para las generaciones futuras, sino justa para todas las formas de vida que hoy coexisten con nosotros.Porque al final, como bien advirtió Ávila, no se trata solo de conservar la naturaleza: se trata de reconfigurar la civilización misma bajo principios éticos que nos permitan sobrevivir —y convivir— en un planeta herido, pero aún con oportunidades para las generaciones venideras.