La economía mexicana está en severos problemas: Rubén Moreira
Con un modelo de gestión heredado, la responsable de la presidencia de la República asumió la pauta del programa matutino de información y opiniones gubernamentales como el ámbito para la construcción de la imagen de la conducción, de quien conduce y del gobierno mismo. Es la retórica del “segundo piso de la transformación” con la pretensión de un entorno interno que, por distintas razones, puede tener se ampliamente controlado. Es la prioridad de la propaganda sobre los hechos, el análisis y el debate plural.
Es, quizás, un planteamiento de partida útil al propósito de continuidad planteado en la campaña electoral. Sin embargo, parece un planteamiento de cabotaje; sólo sirve para travesías limitadas a recorrer el contorno de la costa. Sin diálogo político real con las corrientes de la pluralidad y los agentes esenciales del poder interno, y sin sustento económico sólido para el período del mandato, a la luz de la necesidad de generar el crecimiento del producto con base en la inversión y la productividad de los sectores privado y social, el principal destructor de la gestión imaginada es tan obvio que mueve a pena referirlo: la elección de Donald Trump para un segundo mandato en la Casa Blanca.
Ahora que nos invade la propaganda de los primeros 100 días de la gestión de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, podría decirse que en la madrugada del 6 de noviembre último -al iniciarse el trigésimo séptimo día del período 2024-2030- había cambiado el punto de referencia. Las condiciones exteriores para el desempeño del gobierno mexicano se modificaron y lo hicieron radicalmente. En Palacio Nacional se señala, por encima de la vena propagandística, que hay confianza en el cauce de la cooperación y la colaboración para regir las relaciones bilaterales con los Estados Unidos.
Bien. Sin embargo, la realidad es que del otro lado también se pondera y actúa con los instrumentos de la propaganda; la asimetría es más que evidente. Pero no sólo eso; está también la trayectoria de las intenciones y de las ambiciones. Si Trump capturó la atención pública -propaganda de por medio diseñada para explotar temores y resentimientos de la ciudadanía- al grado de apoderarse del Partido Republicano, desconocer el resultado comicial del 2020, enfrentar múltiples juicios penales, ser encontrado culpable de diversos cargos, volver a ser candidato presidencial y ahora presidente electo, ¿lo detendrán los razonamientos de la buena vecindad, de los intereses comunes y entrelazados, del resultado positivo acotado después de la amenaza mayor?
Quien volverá a la Casa Blanca el 20 de este mes es un riesgo para el orden mundial, para el conjunto de las relaciones internacionales -bilaterales y multilaterales- y, con mayor razón, para el Estado Mexicano, que muestra una debilidad palpable por la penetración y extensión de la delincuencia organizada en el territorio y la sociedad de nuestro país. ¿Qué parte de la reclamación del presidente López al gobierno estadounidense por el traslado y detención de Ismael “El Mayo” Zambada en julio pasado, puede ser vista como más solidaria con la delincuencia organizada que con la defensa del concepto de la soberanía nacional? No lo sé, pero la duda está presente en sectores de nuestra sociedad: ¿la soberanía para defender criminales? Y es el teatro de lo sucedido en la recta de la campaña electoral estadounidense. Ahora viene el electo.
Con éste estamos -más que antes- en el juego del poder y la pretensión de marcar y ejercer hegemonía; en el espacio de América del Norte -se anuncia e impulsa- imperan los Estados Unidos y no se siente atado su próximo presidente por ningún acuerdo o tratado; que Canadá y México sigan la línea de los intereses estadounidenses o se enfrentarán a las consecuencias. El momento político y próximamente electoral de Ottawa se prestó al avasallamiento de Trump.
Regreso a los primeros 100 días del mandato presidencial mexicano actual. El origen del cómputo de la gestión en el imaginario colectivo es la primera presidencia de Franklin D. Roosevelt en 1933 y la postulación del New Deal en su discurso inaugural del 4 de marzo para hacer frente a la Gran Depresión. Era el programa y la convocatoria para actuar en lo inmediato, en forma conjunta con el Congreso, para atender la emergencia: resolver la crisis financiera y bancaria y establecer medidas para reactivar la economía a partir de generar empleos para las personas. El uso retórico y su mayor o menor significado emblemático en períodos ejecutivos en los Estados Unidos o en cualquier país del mundo depende de las circunstancias en las cuales se busca y obtiene el cargo.
Para la gestión 2024-2030 las condiciones externas cambiaron en la madrugada del 6 de noviembre último. Si bien no hay una actitud de todo sigue igual –busuness as usual– y se han desplegado acciones preventivas en materia consular ante el aviso de deportaciones masivas de compatriotas indocumentados y de fuegos de artificio reactivos en el tema comercial, no se aprecian tareas para las situaciones que se avecinan, tanto en lo interno como en lo externo. Al contrario, a pesar de haberse llamado a mantener la cabeza fría, los picotazos de Trump en la conferencia de prensa del 7 del actual en Mar-a-Lago son respondidos con la profundidad del charco.
¿En verdad se asume que el declarante estaba mal informado y que no sabe que hace más de 12 años terminó el período de Felipe Calderón o que Genaro García Luna ha sido juzgado y condenado culpable por delitos relacionados con las drogas en una corte estadounidense? ¿En verdad es asunto la nomenclatura geográfica acuñada por el tiempo y asumida como componente de identidad? ¿En verdad América Mexicana tomada de 1814, que no figuró en dos siglos de constitucionalismo, es la propuesta de contraste?
Es grave que el modelo heredado deje a la responsable de la presidencia en la línea de fuego y sin protección alguna; por ella y por la República. Falta el programa de emergencia. Hay mucho peligro en la travesía.