
Localizan a joven ejecutado en carretera Guadalupe y Calvo–El Ocote
Unos vestían de blanco, pedían auditoría, exigían consultas dignas, basificaciones, pagos inmediatos…
pero sin levantar la voz, sin incomodar a nadie, sin romper el orden.
Como si se pudiera exigir justicia sin tocar al culpable.
Marchaban con cartulinas bien redactadas y sonrisas cómodas…
pidiendo derechos perdidos, pero cuidando no molestar al que los quitó.
Y luego estaban los de rojo.
Los que no se disfrazaron.
Los que no fueron a aplaudir,
sino a reclamar.
Los que fueron señalados, criticados, mirados con desprecio…
como si fueran el problema,
cuando en realidad eran los únicos que actuaban con coherencia.
Sí, los de playera roja.
A los que todos veían como “los revoltosos”, “los incómodos”, “la vergüenza del desfile”.
A esos… se les debe más respeto que a mil pancartas tibias.
Porque ellos no pidieron permiso para indignarse.
No caminaron al ritmo del acarreo.
No se vendieron por una playera ni por una selfie con el dirigente.
Y ahora te pregunto:
¿Quién fue el verdaderamente libre ese día?
¿El que gritó con rabia, o el que marchó con miedo?
Maestros por un mejor Chihuahua