El enemigo
En un día soleado de pronto te cae un rayo. Algunos de quienes se encuentran cerca no se dan cuenta y otros ponen cara de compasión. Un acomedido te habla de la tía que se salvó bebiendo extracto de guanábana. No faltan las recomendaciones de “sabiduría” ancestral: comete un zorrillo, como si fuera tan fácil conseguir uno de estos inocentes animalitos.
La historia inició una tarde de octubre de 2010, el médico dijo: “Rubén, tienes cáncer”. Le puse valor, por no decir otra cosa, y pregunté: ¿tiene solución? Terminé, meses después, en un quirófano del hospital universitario de Saltillo.
También comí zorrillo y bebí litros de guanábana. Para colmo, tuve que aguantar a un folclórico político que después de presumir sus “conocimientos” sobre el tema, dijo: “¿si te mueres me puedes dejar de gobernador?”. Ese día no andaba de humor y solo atiné a verlo mientras pensaba en la más anciana de su casa.
El cáncer de próstata, que obvio solo padecen los hombres, es la primera causa de muerte por neoplasias. La tasa de incidencia es de 30.6 por cada 100 mil habitantes, mientras que la mortalidad, de 15.5 en la misma proporción de población.
Este padecimiento tiene varios aliados, entre ellos los antecedentes familiares y la edad. Sin embargo, hay otros más eficientes y letales, por ejemplo: el deficiente sistema de salud, la ignorancia y los amigos que hacen mofa de las exploraciones de los urólogos.
Los gobiernos de Morena tienen una particular forma de enfrentar los retos. Más que de izquierda actúan como una banda de esotéricos. Para muestra un botón, ante la mayor emergencia de salud en la historia, el expresidente reaccionó con el famoso “detente” y la promoción de los abrazos.
En nombre de esa falacia llamada cuarta transformación se han cometido miles de homicidios. En seis años no se combatió el crimen, como tampoco se instrumentaron políticas de salud exitosas. Prueba de lo anterior es el fallido INSABI.
Los daños son más profundos de lo que parecen, fondear de manera insuficiente los hospitales nacionales y los centros de investigación o enseñanza, provocará, tarde o temprano, la falta de médicos e infraestructura. A eso hay que añadir el tesonero afán, muy propio de Morena, de poner en marcha escuelas de calidad dudosa.
Una buena parte de los casos de cáncer de próstata son curables, no sucede tal cosa por las razones que di líneas arriba. Visitar al urólogo y no hacer caso a los estúpidos prejuicios es un buen paso para evitar el penoso trance de ir al velorio en calidad de estrella.
Mi sobrevivencia tiene una razón. La virgencita de Guadalupe me dijo en un sueño: búscate unos buenos médicos y no compres los productos milagrosos que se anuncian en las televisoras. Agregó con solemnidad: acá recibimos —ella no usa malas palabras— muchos incautos, con tal de surtirlos, gastaron hasta lo de su cajón.