Reciben 900 familias de Guadalupe y Calvo paquetes de maíz y frijol
Hay un dicho popular que dice, “Amor con amor se paga”, se mira muy bonito en el papel, pero en la realidad es muy diferente.
Hoy quiero relatarles una vivencia personal. Primero les cuento, soy maestro federal con 33 años de servicio en educación primaria, por ética personal, no soy muy afecto a faltar a mi centro de trabajo o a ocupar el uso de los permisos económicos a los cuales tengo derecho durante el año fiscal, pero como todo, pasa el tiempo y con la edad se vienen los problemas de salud, hipertensión, diabetes, etc.
En esta ocasión no les voy a hablar de mí, sino de mi esposa, la cual es derechohabiente del ISSSTE y nuestra clínica de adscripción en la entrada de la sierra tarahumara, la hermosa ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua.
Así pues, comienzo mi relato o vivencia personal. Durante una madrugada de un día del mes de octubre, me despierta mi esposa y me comenta, “oye me duele mucho la garganta y siento dificultad para respirar y tragar”, de inmediato nos trasladamos al área de urgencias de nuestra unidad médica, donde después de tres horas de espera es atendida por el medico en turno, el cual después de revisar su garganta le manda aplicar una inyección de antiinflamatorio, con el típico: “no se preocupe ha de haber dormido mal y trae una inflamación de un musculo del cuello.
Regresamos a nuestro hogar, pero pasan dos o tres días y de nuevo la molestia, cabe hacer mención que en ambas ocasiones mi esposa les ha señalado el área de dolor en la “tiroides”, pues de nuevo un antiinflamatorio, y de regreso a la casa, con la recomendación que acudiéramos a consulta con el medico familiar.
Hasta ahí la primera estación del viacrucis, la segunda inicia en dónde, para concertar una cita con medicina familiar hay dos caminos. La primera vía internet, donde si te la concede la aplicación, pero para una semana o quince días después, si tienes suerte, en nuestro caso realicé el trámite, pero por la urgencia y también hice la segunda estación de manera presencial.
Hay que levantarte a las 4 de la mañana para hacer fila y solicitar una ficha, es decir, los maestros o nuestras familias deben enfermarse por turnos. En fin, después de una madrugada de frio haciendo turno, haciendo tres reverencias a la señorita de archivos, fuimos premiados con una glamorosa cita médica para el próximo lunes, a las 5 de la tarde, regreso triunfal a nuestro hogar con el premio de haberme ido a humillar para obtener el tan añorado premio, pero o desgracia, mi esposa se encuentra mal.
De regreso a urgencias donde fui regañado por no haber suplicado fervientemente la consulta médica familiar, en fin cansados de la raquítica atención médica en esta institución de salud, optamos por buscar un servicio particular, donde se le realizó un perfil tiroideo y una sonografía de cuello, todo esto se le presenta a un médico internista particular, el cual diagnostico un hipertiroidismo evidente y un crecimiento multinodular en la tiroides, y dando el tratamiento médico correspondiente a la vez que solicitó se realizara un estudio de medicina nuclear, para descartar toda posibilidad de algo más delicado.
Por supuesto, el lunes acudimos al servicio médico familiar ya con las evidencias en la mano, donde se nos dijo que la mayoría de las medicinas recetadas no las posee el ISSSTE en su farmacia y que los estudios no los subroga tampoco, pero eso sí, el descuento en mi talón de cheque por el servicio de salud, si ha estado presente en los últimos 33 años, sin faltar una sola quincena.
De todo esto no culpo a los médicos y enfermeras de las diferentes clínicas del issste, así con minúsculas, que bastante hacen con lo poco que les llega de la multifarmacia del Bienestar que no pasa de naproxeno. A veces culpo a las malas políticas públicas en salud, educación, seguridad etc.
Así pues, apreciados lectores, este solo es un ejemplo del viacrucis que sufre la familia magisterial que comete el pecado de enfermarse y solicitar atención medica de calidad, como es nuestro derecho, por supuesto, también existe el elefante blanco del sindicalismo, que brilla por su ausencia en lo que es su deber. Vida digna para el magisterio nacional.