
Se accidentan pilotos de la FAM en aeropuerto de Chihuahua
En tiempos donde el silencio es cómodo, la carta del alcalde de Guachochi, José Miguel Yáñez Ronquillo, rompió la inercia. Fue valiente y directa. Dijo lo que muchos piensan pero pocos se atreven a expresar: el Gobierno Federal abandonó a la Sierra Tarahumara justo cuando más se le necesitaba. Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum desplegaba cientos de elementos de seguridad para su gira, los habitantes de Guachochi enfrentaban la violencia sin respaldo.
Desde el Congreso del Estado, el Grupo Parlamentario del PAN ha sido congruente. No hemos partidizado ni politizado la seguridad. Votamos a favor de la transferencia del mando de la Guardia Nacional a la Sedena, asumiendo el costo político que eso implicaba. Lo hicimos por convicción, porque creemos que la coordinación institucional es la vía más seria y efectiva para enfrentar la violencia.
Reconocemos y valoramos la disposición de la presidenta Sheinbaum de mantener coordinación con la gobernadora Maru Campos, quien ha estado presente en cada asunto de seguridad del estado. Esa relación institucional debe fortalecerse por el bien de Chihuahua. Pero precisamente porque apoyamos a la presidenta en lo que representa, no podemos callar ante lo evidente: el abandono federal a la Sierra y el silencio frente a la violencia también deben ser reconocidos y corregidos.
Lo que ha faltado no es capacidad ni información, sino decisión. El Gobierno Federal tiene los recursos, la inteligencia y la fuerza para enfrentar al crimen organizado, pero no ha tenido el valor político para romper con la estrategia fallida de “abrazos, no balazos”. La presidenta tiene una oportunidad histórica de corregir el rumbo, pero su visita a la Sierra dejó mucho que desear. Evitó referirse a la crisis de seguridad que azota a comunidades indígenas y mestizas. Callar, en este contexto, también es fallar.
Y mientras algunos asumimos con seriedad la responsabilidad institucional, otros se limitan a buscar reflectores. Javier Corral, desde la comodidad del golf, olvida su fracaso como gobernador. Andrea Chávez prefiere tomarse fotos y hacer TikToks en lugar de asumir con seriedad la situación. Esa insensibilidad no solo es ofensiva, es peligrosa.
Desde el PAN reiteramos nuestra disposición al diálogo y al trabajo conjunto. Pero también exigimos congruencia. Así como la presidenta ha reprendido los excesos de su partido en campaña, debería exigir responsabilidad a quienes, como Corral y Andrea, utilizan la tragedia con fines personales.
La carta de Guachochi no fue una queja: fue un grito. Un llamado a estar, a coordinarse y a actuar con valentía. En la Sierra Tarahumara no se necesita propaganda. Se necesita paz. Y para lograrla, se requiere voluntad política. La nuestra está sobre la mesa. ¿Y la de Morena?