
Muere Isabel Miranda de Wallace, fundadora de Alto al Secuestro
Contraste contundente entre el guión del presidente Donald Trump para conducir la relación con nuestro país y la pluralidad de planes con las letras del abecedario de la presidenta Claudia Sheinbaum. No hay espacio para la duda.
El primero anunció aranceles -en violación del T-MEC- para exigir acciones de la segunda en materias migratoria y de seguridad, así como para desandar la integración del sector industrial en América del Norte; que la inversión, el empleo y los bienes se den en los EUA. De inicio tarifas a las exportaciones de México, luego la pausa de 30 días, después la imposición de la medida y hoy -5 de marzo- la información de que la negociación continúa y es posible la reconsideración (¿período, bienes, porcentaje?) de la Casa Blanca. Desde luego que en los distritos y estados republicanos perciben el daño de los aranceles para quienes ahí votan; caída del empleo y del poder adquisitivo.
Acá con actitudes de reacción, defensivas, complacientes por pragmatismo y en la asimetría agravada por la dependencia: el 70 por ciento del gas natural que requerimos se importa de los EUA; la reserva de gasolina es para 9.9 días de consumo con un déficit diario de 77 mil barriles de combustible; 80 por ciento de nuestras exportaciones van al mercado estadounidense y realizamos importaciones significativas de maíz amarillo, leche en polvo y pollo.
En la oscilación de la reacción por los señalamientos -que no cesan- sobre la penetración de la delincuencia organizada en el gobierno y la serenidad para ir al diálogo y el entendimiento derivado del conocimiento, la construcción de confianza y la negociación, se ha realineado la gestión policial en la frontera común para presunción de Trump, se ha intensificado el cambio en la política de seguridad pública e, incluso, se han entregado a la justicia del vecino del norte -como acto político soberano sin sustento legal convincente- 29 personas privadas de su libertad por delitos cometidos en tanto miembros de carteles de las drogas.
El ejecutivo estadounidense avanza; exige, impone, afloja, evalúa, reprocha, reclama y condiciona. La presidenta mexicana busca el acuerdo; padece, resiste, explica, cede, pondera, argumenta y difiere.Son momentos por demás críticos en la relación bilateral y para el presente y futuro de la gestión 2024-2030. Si no fuera suficiente el vergonzoso papel del presidente colombiano Gustavo Petro apenas en la primera semana del actual período de Trump, lo ocurrido con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, entre el 28 de febrero en la Casa Blanca y su carta del 4 del actual a su inquilino, debe aportar la confirmación de que el tablero del estadounidense solo es de uno contra uno y que explota impíamente las debilidades y dependencias del adversario.
¿Habrá ocurrido la conferencia telefónica entre Sheinbaum y Trump el jueves 6 para valorar el impacto de los aranceles y revisarlos con perspectiva integral? ¿Qué elementos se adicionarían a los asuntos objeto de la negociación referida por nuestra mandataria y con qué límites factibles?
A la luz de lo visto, protegen mejor los intereses de México la renovada promoción del diálogo y el entendimiento, la mención de la naturaleza arancelaria y no arancelaria de las medidas que nuestro país podría tomar y el aplazamiento de la determinación a la concentración pública convocada en el Zócalo para este domingo.
Como el flujo migratorio ha bajado y es capitalizable por Trump, ya no es objeto de interés mayor en este momento, como tampoco lo es el comercio y las afectaciones que se producirán para las dos economías y para la región, pues incluso previenen que los efectos serían superados para el 2026 y las votaciones de noviembre para la Cámara de Representantes y una tercera parte del Senado.
La cuestión es la seguridad o, mejor dicho, la convicción del gobierno estadounidense sobre el control territorial de los carteles -seis declarados organizaciones terroristas extranjeras (OTE)- en nuestro país, la penetración de estructuras gubernamentales y los indicios de complicidad de funcionarios de elección popular -gobernadores y presidentes municipales- con los carteles. La retórica está ahí desde el día uno del segundo mandato de Trump y por escrito en las Órdenes Ejecutivas sobre OTE y la imposición del arancel de 25 por ciento a nuestro país.
La sesión del 4 del actual en el Congreso estadounidense nos mostró nuevamente una nación polarizada, dividida y en confrontación política soterrada; una mayoría republicana complaciente, acrítica, aduladora y fanática del aplauso servil; una oposición demócrata que debe actuar sobre la base de la aprobación de poco menos del 50 por ciento de su adversario en el ejecutivo y que la narrativa del mandato del Make America Great Again tiene pies de barro, pues se asienta en el sentido de 220 mil votos en los siete estados pendulares; y un ejecutivo superficial, falaz, mentiroso, pronto a la jactancia y el autoelogio, así como arropado en la soberbia del poder. Es la persona enfrente hoy.
Acá también se aprecia un país polarizado, pero en forma distinta: la polaridad entre el grupo en el poder -gobiernos emanados de Morena y ese partido- y las formaciones partidarias de minoría o en formación que languidecen o carecen todavía de convocatoria, y la polaridad entre aquel y otros espacios -empresarios, medios, academia-, que se atempera por el dominio logrado y el tramo largo por recorrer, que pocas personas tienen disposición de realizar en la confrontación y casi en solitario. Resaltan unas finanzas públicas endebles y una economía débil y vulnerable con muchos años de no hacer la tarea de disminuir la dependencia de los EUA.
En 2019, Trump amenazó con aranceles y obtuvo la cesión real de la política migratoria y 28 mil elementos de la Guardia Nacional para impedir la migración, que el presidente López “festejó” en Tijuana como una gallarda defensa de la soberanía. Palabras sin acciones consistentes y propaganda para encubrir la realidad.
¿Cuál será el eje y el alcance de la concentración de este domingo en el Zócalo? ¿Consolidar popularidad por enfrentar a Trump, dada la animadversión natural que despierta, aunque sin saldo positivo para la economía? O ¿Sustentar en el interés nacional el liderazgo propio por encima de límites y acotamientos heredados? Escenarios imaginables entre la realidad y la esperanza. Veremos.