Invita IMPAS a evitar automedicarse con antibióticos
Las instituciones educativas tienen un rol esencial en la construcción de un futuro más sostenible, pues son responsables de la formación de estudiantes comprometidos con el hallazgo de nuevas soluciones tecnológicas y la implementación de prácticas basadas en la economía circular.
En este sentido, son las universidades y otras instituciones de educación superior, las instancias que deben estar liderando el camino hacia la mitigación del cambio climático y el desarrollo de una economía más responsable.
Es por ello que los gobiernos deben impulsarlas a que sigan en la ruta de la innovación y el emprendimiento científico para enfrentar los desafíos ambientales globales, creando así un impacto positivo en la sociedad y en el planeta.
La investigadora Cristina Cortinas, sitúa a las universidades en una posición privilegiada para guiar a la sociedad en estos aspectos.
De ahí que las instituciones tienen la capacidad de influir directamente en la conciencia y el comportamiento de la juventud frente a los desafíos del cambio climático. A través de sus programas académicos, las universidades pueden impartir conocimientos sobre sostenibilidad, cambio climático, y economía circular, capacitando a los estudiantes para tomar decisiones informadas y responsables en sus futuras profesiones.
Y es que dentro de su labor está la capacitación en carreras tradicionales y en las áreas clave como las energías renovables, la agricultura sostenible, la gestión de residuos y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Un ejemplo claro de esta labor lo encontramos en las iniciativas emprendidas en el Campus Morelos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se han formado 23 empresas de base tecnológica. Estas empresas, fundadas por académicos, estudiantes y exalumnos, están desarrollando productos innovadores, y contribuyendo a la creación de empleos de alta calidad en áreas científicas y tecnológicas.
Este tipo de emprendimiento científico es crucial para generar una economía sostenible y competitiva, capaz de afrontar los desafíos del cambio climático
La economía circular se presenta como una alternativa esencial en la lucha contra el cambio climático. A diferencia del modelo económico lineal tradicional, que sigue el patrón de "extraer, producir, consumir y desechar", la economía circular se basa en la idea de cerrar el ciclo de vida de los productos. En lugar de desechar los recursos al final de su vida útil, se busca maximizar su reutilización, reciclaje y reparación.
Las instituciones educativas pueden adoptar este modelo tanto en su funcionamiento interno como en sus propuestas educativas.
En primer lugar, las universidades pueden integrar principios de economía circular en sus campus, promoviendo la reducción de residuos, el reciclaje de materiales y el uso eficiente de los recursos.
Por ejemplo, mediante la implementación de huertos urbanos, las universidades pueden reducir su huella de carbono, promover la independencia alimentaria y fortalecer el tejido social de sus comunidades.
Al mismo tiempo, estos huertos sirven como una herramienta educativa para sensibilizar a los estudiantes sobre la importancia de la sostenibilidad y el consumo responsable.
Además, al integrar estos principios en sus programas académicos, las universidades pueden preparar a los futuros profesionales para que implementen soluciones basadas en la economía circular en diversas industrias, desde la producción y la construcción hasta la tecnología y la gestión de recursos naturales.
Otro aspecto relevante que deben abordar las instituciones educativas es la promoción del emprendimiento científico. En muchos países, como México, el mercado laboral para científicos y tecnólogos sigue siendo insuficiente, lo que representa una gran oportunidad para que las universidades impulsen el emprendimiento en el ámbito de la investigación y la innovación.
En este sentido, se deben crear espacios y programas que fomenten la creación de empresas de base tecnológica que no solo generen empleo, sino que también contribuyan a la solución de problemas ambientales y sociales.
Hoy en día, el mundo cuenta con el mayor número de personas jóvenes en su historia. Por ello es cada vez más común un cambio de paradigma en la atención de la salud y el bienestar de este sector poblacional.
Este nuevo paradigma implica el involucramiento, el compromiso activo de sus beneficiados: la niñez, la adolescencia y la población joven.