
Revela documental Estado de Silencio riesgos de periodistas en México
Antes de ser asesinado, Manuel Morales dijo: “Yo muero, pero Dios nunca muere. Él velará por mi esposa y mis hijos: ¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!” Era secretario del Círculo de Obreros Católicos León XIII y presidente de la Liga Nacional de la Defensa Religiosa.
Victoria de Durango evoca los días del Vizcaíno Francisco de Ibarra y el extremeño Ginés Vázquez de Mercado. Es ciudad desde 1621 y fue capital del reino de la Nueva Vizcaya y de la Intendencia de Durango. En sus calles abundan la cantera y los edificios del porfiriato. Todo refleja su importancia estratégica en la construcción de la Nueva España y México.
El próximo año se cumplen 100 del inicio de lo que conocemos como Guerra Cristera. Eran los tiempos de Plutarco y su ánimo jacobino, pero también los de una Iglesia que exploraba la construcción de una doctrina social. Décadas atrás, Rerum Novarum abrió el debate sobre la explotación de los obreros y sus derechos. El Papa León XIII alertó sobre los extremos ideológicos y ofreció una ruta para combatir la desigualdad.
El occidente y el centro-norte de México se convirtieron en campos de batalla; la lucha no terminó en 1929, cuando presionado por el gobierno gringo, Portes Gil logró con la jerarquía católica los acuerdos que permitieron el reinicio del culto suspendido y el desarme de los alzados.
Un segundo levantamiento lo provocó en 1934 el imprudente Calles, que, en el Palacio de Gobierno de Jalisco, y ante la mirada atónita de Lázaro Cárdenas, arremetió contra los católicos al soltar de su ronco pecho: “La Revolución no ha terminado. Los eternos enemigos la acechan y tratan de hacer nulos sus triunfos. Es necesario que entremos al nuevo periodo de la Revolución, que yo llamo el período revolucionario psicológico; debemos apoderarnos de las conciencias de la niñez, de las conciencias de la juventud, porque son y deben pertenecer a la Revolución”. En algo se parece a los disparates que en la actualidad salen de algunas oficinas de la SEP.
Caminar por la capital del estado de Durango es un placer. Su centro luce ordenado e impecable, y uno topa con un buen número de lugares históricos, desde la casa donde nació Dolores del Río hasta los teatros Victoria y Ricardo Castro. Entre templos y plazas se encuentra el Museo de los Santos Mártires Duranguenses, sitio que recuerda a los santos Luis Bátiz, Manuel Morales Cervantes, David Roldán Lara, Salvador Lara y Mateo Correa Magallanes.
Varias salas reseñan la vida de quienes, por su fe, murieron. Hay una excelente museografía y la casona resguarda reliquias impresionantes: recuerdos de una época no tan lejana, pero sí poco conocida. Insisto, el discurso de algunos ideólogos del régimen morenista provoca un déjà vu a los días del Grito de Guadalajara.